La disminución de impuestos aumenta el potencial de compra de los consumidores.

En el año 2020, la recaudación de impuestos en Latino América y el Caribe cayó aproximadamente el 10% y si lo comparamos con el PIB cayó aproximadamente el 1%,  y todo fue a causa de la pandemia del COVID.  Sin embargo, el repunte de los precios de las materias primas facilitaron la recuperación de los ingresos fiscales en 2021, hasta la aparición de la guerra de Rusia contra Ucrania, que nuevamente atrasó la recuperación.

Entonces según lo dicho, América Latina y el Caribe se han quedado prácticamente sin financiamiento para combatir la pobreza de parte de su población; antes, en los años 60, se dirigía a América Latina y el Caribe, el 1% del ingreso nacional bruto en cooperación, luego pasó al 0,4% en la década de los 90 y ahora bajó al 0,22%.  Entre 2003 y 2010 los países de América Latina y el Caribe, recibieron aproximadamente 7.000 millones de dólares anuales para este objetivo.

Todos los principales impuestos disminuyeron en términos nominales entre 2019 y 2020 en toda la región. Los impuestos que más cayeron fueron los que se aplican sobre los bienes y servicios, que representando el 50% de todos los impuestos, disminuyeron un promedio del 0,7 % sobre el PIB, mientras que los otros impuestos que representan el otro 50%, disminuyeron únicamente un 0,2% en relación del PIB.

Si comparamos los países de América Latina con los de la OCD, los de esta región claramente saldrían perdiendo, ya que las materias primas generan menos ingresos que los productos y servicios que generan las naciones desarrolladas.

Estas diferencias, también se extraponen  a la recaudación de impuestos.  Varios estudios señalan que los ingresos fiscales aumentaron en forma casi ininterrumpida entre 1990 y 2014 en América Latina y El Caribe, lo que dio como resultado que los ingresos de los sectores públicos fueron creciendo también y se acercaron a aquellos niveles que tenían las economías más desarrolladas (OCD).  Antes la diferencia era de 20 puntos del PIB, entre lo que conseguía recaudar un país en América Latina, frente a los de la OCD, esta diferencia bajó a 13 puntos del PIB.

Hay tres elementos que influenciaron en la disminución de esta brecha, uno es el aumento de la exportación de los comóditis como los minerales, el petroleo, el gas y los alimentos.  Todo esto ha mejorado la capacidad que tienen los estados de tener recursos públicos; en segundo lugar, un factor que se fundamental, es el crecimiento económico, América Latina creció más que el promedio de la OCD entre 1990 y 2012; y en tercer lugar, una serie de reformas tanto en los impuestos indirectos como el IVA, como en los impuestos directos, que han permitido mejorar y robustecer los sistemas tributarios en la región.

Sin embargo, tener 13 puntos de diferencia en el PIB por recaudación de impuestos es tener muchos menos recursos para financiar educación e infraestructura para salud y vivienda.  Lo que vemos cuando comparamos las estructuras tributarias y la recaudación de las dos regiones es una gran diferencia, por ejemplo, en el impuesto a la renta de las personas naturales en un país promedio de la OCD se recaudan 9% del PIB, mientras que, en América Latina, apenas se recauda el 2%.

Ahora, el momento es especialmente delicado para hacer política fiscal, por la gran incertidumbre que se está viviendo en la región y por el tamaño del shock en términos de intercambio que existe por el aumento de los precios de la energía y de los alimentos.

Todo esto requiere que se haga una comunicación clara de lo que se está pensando hacer con la situación fiscal a corto y medio plazo. Realmente la política fiscal se la debe entender ahora y siempre como una política de desarrollo y como tal es lo que deben hacer los gobiernos cuando recaudan impuestos.

Los gobiernos deben saber gastar en las mejores partidas, corresponde a los ciudadanos, a los partidos políticos y al gobierno, el decidir cuál es el nivel de inversión de lo que recauda y cuál es la composición de lo que se recauda.  Hay que abrir un debate público para identificar cuáles son las prioridades de la sociedad y actuar en consecuencia.

Depende de cómo se gaste estos ingresos tributarios la diferencia en el desarrollo de los países, si se gasta en productividad, el país crecerá, lo mismo si se gasta en infraestructura, energía, transporte o algunos gastos de formación, etc..

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