En Latam la tasa de desempleo es de aproximadamente del 10%, pero esta no toma en cuenta la tasa de sub empleo, que en Latam es muy alta y llega a casi el 60%.  Es decir, la tasa de empleo adecuado es solamente del 30%.

El problema de las expectativas de empleo es que determinan el grado de optimismo o pesimismo en la adquisición de productos, así como en la capacidad de compra. Un elevado desempleo o subempleo, produce menor volumen de ventas y disminución de precios.

CEPAL y OIT informan que el mercado laboral de América Latina y el Caribe se recuperará lentamente despues de la pandemia y demorará mucho tiempo para que los indicadores del mundo del trabajo vuelvan a los niveles antes de la crisis sanitaria y tomará mucho tiempo más para poder cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Si se mantiene una tasa de crecimiento promedio del producto interno bruto (PIB) en esta región del 3%, se alcanzaría en uno o dos años el nivel de PIB que existía hace tres años atrás (2019), pero la tasa histórica promedio del PIB de los últimos diez años es solo de la mitad, entonces el nivel de empleo de hace dos años se alcanzaría recién en el año 2025, lo que supondría un retroceso de seis años.  Pero la verdad es que la tasa real de los últimos seis años ha sido casi negativa, por lo que no se llegaría ni en diez años.

Los organismos de las Naciones Unidas requiere que los países dicten políticas que activen los sectores que promuevan el desarrollo sostenible con empleo. Se necesita impulsar políticas ambientales que estimulan empleo y crecimiento económico, pero esto debe ir solo, sino que deben estar apoyadas por políticas fiscales que lo fomenten, se requieren lanzar proyectos de inversión intensivos en trabajo y amigables con el ambiente, complementadas con tecnologías industriales para aumentar la competitividad. También se requiere  otorgar financiamiento y liquidez a micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), con plazos más largos y costos más bajos.

El tipo de personas que tuvieron mayor afectación en la crisis sanitaria, son las mujeres, los jóvenes y los inmigrantes. Estas personas fueron golpeadas por la pandemia de una manera nunca antes vista lo que se ha traducido en la mayor contracción de los últimos 100 años con fuertes costos económicos, laborales, sociales y productivos.

Los grupos más afectados fueron los que por el tipo de trabajo no podían realizarlo desde casa. Es el caso de las mujeres, quienes además de sufrir caídas en el empleo tuvieron que retirarse del mercado laboral para realizar tareas de cuidado y del hogar; los trabajadores informales, afectados por la prohibición de circulación y la menor capacidad de los hogares de contratar trabajadores; los sectores relacionados con el comercio, manufactura, construcción y servicios (turismo y entretenimiento); los trabajadores jóvenes que recién se insertan al mercado laboral por la falta de generación de nuevos empleos; los trabajadores de menor calificación en general en empleos más informales y de necesidad de proximidad física; y las MIPYMES.

Con respecto a los jóvenes, durante la crisis del COVID-19, fueron los más afectados, la caída en el empleo para las personas jóvenes fue casi del 8% con respecto al segundo trimestre de 2019, mientras que para los mayores de 25 años fue de 7% esa caída.

Por todo lo anterior, los organismos indican que se debe promover la inserción laboral de los jóvenes combinando entrenamiento en aula con una etapa posterior de pasantía en empresas. Esto debe complementarse con subsidios monetarios para asegurar la asistencia y participación de los jóvenes, así como servicios de empleo para apoyar la reinserción laboral. Además, se requieren programas de formación profesional que faciliten la recalificación o reconversión laboral para los jóvenes que han perdido sus empleos y también se deben aprovechar las tecnologías digitales para potenciar la capacidad de aprendizaje y así cerrar brechas digitales entre ellos.