El 50% de los latinoamericanos más pobres tienen la quinta parte de lo que les correspondería, mientras que el 1% de los más ricos, tienen veinticinco veces más de lo que les correspondería, en función al tamaño del PIB.

El nivel de ingreso per cápita o renta per cápita como se lo conoce, es el principal criterio utilizado para asignar recursos financieros para la cooperación y el desarrollo. Cuando se junta este criterio con la decisión de combatir la pobreza y sus efectos inmediatos, se destinan estos recursos solamente hacia los países de menores ingresos, afectando a los países de renta media, como son considerados la mayoría de países de América Latina y el Caribe.

Entonces según lo dicho, América Latina y el Caribe se han quedado prácticamente sin financiamiento para combatir la pobreza de parte de su población; antes, en los años 60, se dirigía a América Latina y el Caribe, el 1% del ingreso nacional bruto en cooperación, luego pasó al 0,4% en la década de los 90 y ahora bajó al 0,22%.  Entre 2003 y 2010 los países de América Latina y el Caribe, recibieron aproximadamente 7.000 millones de dólares anuales para este objetivo.

Esta forma de asignación de fondos para combatir la pobreza requiere el análisis de dos temas importantes. El primero es que la superación de la pobreza debe considerarse como un aspecto fundamental en el desarrollo de los países, se debe tratar como un proceso que siempre busque mejorar los estándares de vida y destruir las estructuras existentes que limitan la disminución de la pobreza y desigualdad; y segundo, se debe romper la lógica de que a los países de renta media no se les debe asignar este tipo de cooperación.

Un estudio de la CEPAL plantea que para revitalizar la participación de los países de América Latina y el Caribe en el sistema de cooperación internacional, se requiere tener un enfoque alternativo al criterio de ingreso per cápita, centrado en la evaluación de las brechas estructurales que limitan el desarrollo de los países. Se plantea un enfoque complementario al criterio del ingreso per cápita, que implica incorporar la evaluación de necesidades y carencias que no están representadas por indicadores de ingresos sino que reflejan otro tipo de factores.

Dentro de estos factores se encuentran, el ingreso por habitante, la desigualdad, la pobreza, la inversión y el ahorro, la productividad y la innovación, la infraestructura, la educación, la salud, la fiscalidad, el género y el medio ambiente.

Para la CEPAL estos factores constituyen un punto de partida para medir necesidades y evaluar dónde radican los mayores desafíos que limitan el desarrollo de los países de la región. En este marco, los países receptores de cooperación deben asumir un papel activo en el establecimiento de sus objetivos de desarrollo y propiciar un diálogo político que se lleve a cabo en niveles globales, regionales y nacionales.

Además, el enfoque de estos factores no contradice el esfuerzo puesto al resto de regiones en el cumplimiento de los objetivos de cooperación, sino que más bien sitúa a estas metas en un contexto más amplio respecto de los obstáculos que plantea el proceso de desarrollo de los países.

Por último, es importante indicar, la importancia que tienen nuestra región en la economía mundial, por lo que su desarrollo tiene efectos positivos en varias áreas, como es el crecimiento económico mundial, la estabilidad económica y financiera, la protección del medio ambiente y el aumento del bienestar social.

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